La perfección divina está determinada por un capullo, el arcoíris, un cielo estrellado, el pan recién horneado, el sonido de un arroyo dándole curso a su aguas contenidas, la perfección está determinada por todo o por nada, el completo silencio es perfección, la melodía más extravagante que hayas escuchado es perfección. La galleta navideña, el sonar de un alguacil, una pompa de jabón, un cubo de hielo, el salto de un cetáceo, caminar descalzo, dar de comer a los patos de la mano, respirar profunda y conscientemente, hacer la vertical, dormir bajo el sol, saborear una mora, hacer de cuenta que uno tiene 10 años menos o 10 años más?, nadar, navegar, cantar, escribir, leer, disfrutar un atardecer, soplar un plumerito, acariciar el pelaje de una mascota, abrazar, volar, saltar, observar la llama de una vela.
Hay perfección en la imperfección, porque así hemos sido diseñados tan imperfectos que nos hemos transformado en perfectos.
La perfección divina es la consciencia del presente, del aprendizaje momento a momento, del ser y dejar de ser el querer ser.
La perfección divina está en todas y en cada una de las cosas que la vida nos presenta. De allí que no exista una única definición sino una única forma de experimentarla, en cada ser, en cada uno de los seres vivos que haga registro de ella. En cada una de esas oportunidades experienciales es, la perfección divina, ES.
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