Londres recibe al turismo con aromas a globalización.
Personas dispuestas a colaborar en todo momento. Mapas de lineas de subte y buses. Atracciones mil. Infraestructura de cientos de años mezclada con arquitectura moderna.
Las personas viven su vida, no se meten con el prójimo, si quieren se ponen un plumero en la cabeza, no critican, no miran.
Musulmanes y asiáticos por doquier.
En ese contexto bebo mi Cosmopolitan y exploro la tabla de fiambres.
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