Recién, caminando hacia mi casa paso a una mujer elegante, de unos 50 años, que me mira y dice:
- se murió mi hermana (con lágrimas en los ojos), y ese que pasó recién era mi sobrino,
- uuuuh, cuanto lo siento, mirá, yo estoy muy resfriada, aca tengo pañuelitos de papel, si querés...
- gracias, perdoná mi interrupción, es que era como mi mejor amiga, a esta edad esa complicidad es tan dificil de lograr,
- no tengo nada que perdonar, no te preocupes, y eso pasó hace mucho?,
- hace 6 meses, yo he llevdo siempre muy feliz mi vida, pero esto, no puedo ...
- tranqui, tranqui, 6 meses no es nada, llorá todo lo que necesites, y segui caminando y pensando en todas esas cosas lindas que recordás de tu hermana...yo tengo que ir para ese otro lado, ves? (la miré con una semisonrisa y agregué) todo pasa, me dijeron una vez hace mucho tiempo...
- gracias, y perdón por...
- te repito...no hay nada que perdonar...no de mi parte...
Y asi doblé por 11 de septiembre; vos podés creer que delante mio caminaba una señora que llevaba una bolsa con el dibujo de un elefante?
Debe haber mucha gente angustiada en este mundo, y a mi siempre me gustó ser útil.
Lo que aun no he logrado aprender es que el relato de algo doloroso, aunque provenga de un desconocido, no toque mi fibra sensible.
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