Hacía tiempo que no veía a Mirta caminando por la cuadra de mi casa. Quizás el frío, quizás algún niño enfermo, la última vez que la había visto fue para esta misma época.
Aprovechando su presencia, ella siempre me saludaba dulcemente, cómo anda doña?, bien Mirta, te quedás aca un ratito que subo estas bolsas y bajo con algo?, si doña.
Bajé con un cochecito de bebe que mis chicos ya hace tiempo no usaban y algunas cositas mas para sus hijitos. A juzgar por su cara no se esperaba semejante obsequio. Convengamos que era un cochecito en óptimas condiciones pero usado, tampoco se trataba de nada del otro mundo.
Gracias doña, ahora puedo llevar a la bebe en el coche, claro Mirta!, te explico, se abre y cierra asi y listo, sabe ud. doña que con un poco de suerte el año que viene termino de pagar mi casa?, que bueno Mirta!, si... hace tantos años...
Moría por preguntarle donde vivía o cómo vivía, fantasié con la idea de aparecerme un día por su casa con mas cosas que le pudieran ser útiles.
La veo mirando nerviosa para el lado de la vía y preguntándome, va para ese lado doña?, no Mirta, vuelvo para casa por?, porque están robando, no vaya, yo quiero cuidarla.
Mirta la cartonera decía que quería cuidarme y yo, me despedí raápidamente con un beso para que no viera brotar mis lágrimas.
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1 comentario:
Mi Reina...
Por aquí me dicen que tenemos mucha conexión, y se debe a que hace breves instantes contaba a viva voz tu historia con Mirta...
Vaya, qué amiga maravillosa me ha regalado la vida!
:)
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