miércoles, 30 de mayo de 2012

Miremos la psicologia con lupa, amplifiquemos los nano-origenes

Imaginate que mantenés un diálogo interno, como cuando conversan dos personas, pero en este caso entre "personajes" o aspectos tuyos y dentro de tu cabeza.

Imaginemos ahora que entonces hay un jefe que evalúa tu desempeño al que llamaremos "evaluador" y hay alguien que realiza la tarea al que llamaremos "realizador".

Todos tenemos todo el tiempo un evaluador que evalúa la performance del realizador. Y este evaluador puede o no sentirse satisfecho, hasta ahí todo es "normal".

La historia enmarañada comienza con "qué es lo que hace el evaluador con la frustración que siente cuando el realizador no ha podido llevar a cabo lo esperado?".

Un error muy frecuentemente visto en ese evaluador es que frente a esa circunstancia tienda a enjuiciar, descalificar y/o desvalorizar al realizador (que no cumplió con la tarea encomendada). Por ejemplo: tenés que dar una conferencia frente a 300 expertos y no pudiste hacerlo, no pudiste enfrentar ese desafío.

Ese error, que está tan generalizado en nuestra realidad cotidiana, lo hemos convertido en respuesta "normal", pero no es normal. De allí que muchas veces vemos que caemos en decir: vos no servís, sos un tonto, etc. Es lo que le dice nuestro evaluador a nuestro realizador.

Es decir, nuestro evaluador en ese caso no reflexiona sobre su expectativa, no se (me) pregunta (pregunto) si eso está bien, si el realizador estaba en condiciones de cumplir con la exigencia/desafío propuesta, lo da (damos) por sentado, y finalmente se siente frustrado y transmite su (mí) frustración al realizador, en forma de descalificación.

Y una vez que se legitimizó ese modo de evaluar, se genera la baja autoestima. La que nace de un evaluador frustrado, que al no reflexionar sobre su propia expectativa, ni sobre el estado de su realizador (el obrero que todo tenemos), simplemente queda tomado por el enojo de la frustración.

Cómo en todos los aspectos de todos los seres humanos, no hay tanto problema con que no me guste algo sino, en cómo lo trato.

Detrás de cada estado hay un vínculo interior, dos funciones que interaccionan, que muestran acuerdo o desacuerdo.

Cuando uno llega a ese espacio (maravilloso) de percepción, uno deja de decir vaguedades y ve con mayor claridad porque identifica a los protagonistas.

Hay una polaridad vincular que produce cada estado. Y cada estado se hace visible en nuestras constelaciones vinculares externas.

Por algún motivo somos descalificadores, por algún motivo…

(Extracto de conceptos que me quedan luego de mi terapia, algunos textuales)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

que embole este blog

Jime dijo...

veo que no te gusta...y qué cosas te gustan?