Bien, visto y considerando que Nico la caga a tortazos a Lucía y que ella no se defiende se me ocurrió llevarlos a una clase de prueba de Aikido para niños. En mi mundo de fantasilandia tenía la idea de creer que eso podría “enseñarles” a modular ese intercambio de cachetadas asimétricas.
El resultado fue que se me abrojaron uno de cada brazo y me comunicaron lo siguiente:
- (Nico) mami, gracias por traerme acá, no es que no me guste, lo que pasa es que a mí me gustaría mucho más ir a un lugar y jugar al futbol
- (Lucía) mami, estas gentes usan delantal blanco y a mí me gusta usar medias “cun-cun” y vestido tooooodo rosa y esta colchoneta (por el tatami) es muy dura!
Listo, comprendido el mensaje, por lo que decidí partir sin escalas al club excursionistas, donde de pedo nos encontramos con la clase de escuelita de niños de la edad de Nico. Me recibió una señora a la que alguien podría decirle que se viene el verano y esos 40 kilos de más la van a hacer transpirar y un señor, que era a la vez el que daba la clase, con un olor a chivo pocas veces documentado.
Pero lo más importante es que a Nico le brillaban los ojos de sólo pensar en poder ir a ese lugar bizarro a jugar dos veces por semana. Ok me dije para mis adentros, querés esto, te anoto en esto y en este lugar. Luego de lo cual Lucía me aclaró:
- mami, yo no quiero jugar al futbol y a mí, a dónde me vas a llevar a hacer “danza” toda vestida de roooooosa, un lugar de princeeeeeesas, así de lindo?
Y así inmediatamente también comprendí que debía pensar en un lugar opuesto complementario como ser, la escuelita de Reina Reech.
Tengo dos hijos que fenotípicamente son: la dama y el vagabundo.
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1 comentario:
Son dos hermosuras, auténticos y amorosos.
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