Soñé que viajaba a Paris, con gente conocida. Nos instalábamos en un hotelito muy lindo.
Era casi de noche.
Yo me daba cuenta que se me habia descocido una media y buscaba el costurero de casa, que casualmente estaba en el placard de mi habitación.
En eso aparece uno de los conocidos y me dice: linda la sábana turquesa de algodón egipcio, la que compraste en el mercadito beduino y, ah!, mirá que en un rato, a las ocho y media, cierran los lugares para comer, te aviso por si te querés ir a comprar algo al supermercado de la otra cuadra.
Salgo hacia el supermercado con algunas de esas personas y llevando en la mano una pera de tela y rellena de pelotitas de telgopor. Llego al local y descubro que quiero comer tomates para ensalada.
En todo el sueño me siento feliz.
Decime, o mejor lo digo yo, me parece que mi tercer patito se salió de la fila y los demás siguieron desordenándose.
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