Vivis en pareja, tenés hijos, ocurren grandes tensiones, te separás.
A partir de allí creés que todo va a mejorar y en cierto aspecto así es, reducís la vivencia de las tensiones, se las ahorrás a tu hijos. Pero comenzás una escalada compleja y delicada. No te entendias viviendo bajo el mismo techo, no vas a entenderte viviendo a cuadras de distancia.
En el mejor de los casos las cosas se reparten mas o menos equitativamente, en lo económico y en lo logístico. En el peor de los casos pasás a ser el eje que afronta la mayor parte, en ambos aspectos.
Tenés que procurar ganar mas de lo que deberias si las cosas estuvieran repartidas, tenés que estar en los detalles que el otro no registra para la mas armoniosa crianza y quizás, en algun momento debas acotar tus recreos para soportar los gastos fijos que implican criar dos hermosuras.
Quizas debas renunciar a tu terapia, no lo harias con la de tu hijo, el recorte no empezará nunca por alli, y asi seguirán sumándose cosas, como consecuencia de los no puedo afrontarlo yo, tuve una semana muy complicada o es lo que hay; del otro lado.
Lo hacés por tus hijos pero te afirmás en la aseveración de que lo hacés de corazón y no para echárselo en cara dentro de unos años.
Así son las cosas, asi se vive al crecer a consciencia, sentándote a tomar un café en la mesa de algun bar, para tomar decisiones.
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