Viajamos por trabajo y, en realidad a esta altura ya no importa el motivo sino que, existe un comportamiento que se repite en el tiempo.
Abrimos el portal.
Y lo curioso del caso es que esa actitud de abrirse, sensibilizarse y exponer la humanidad aunque mas no sea un poquito, es una constante que muchos manifestamos, sin importar la edad, actividad, cultura o ideología.
Viajar nos activa ese chip intimista que invade toda conversación personal de una suerte de confidencialidad y complicidad implícita e irreproducible en otro contexto.
Todo lo que digamos o escuchemos en esa circunstancia, debe ser guardado en una gran caja de seguridad para luego, padecer amnesia de su clave de acceso.
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2 comentarios:
100% de acuerdo
Viajar libera
Los viajes liberan, pero porque extraño mecanismo se debe casi guardar lo vivido en una valija y dejarlo olvidado? Que loco no?
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