viernes, 11 de febrero de 2011

Confesiones y no tanto

El llamado de una amiga me recordó a un diálogo de una paciente que tuve:

- es que tengo ganas de matarlo Dra., es un hijo de puta, no tiene solución, no va a cambiar y para colmos ya me cagó a mí la vida, 23 años estuve al lado de él, 23 hermosos años de mi vida, más que una vida entera!
- bien, hoy le voy a pedir que desarrollemos un poco más la idea, como piensa matarlo?
- no sé, todavía no lo tengo decidido, las mujeres no usamos armas, podría darle una sobredosis de algo, un veneno, una sustancia, aunque eso tampoco me convence porque ese hijo de puta se dormiría feliz, también quiero que sufra cada uno de los días que estuve a su lado, no quiero que la saque barata, a mi me cobró caro y… (pasaron los minutos mientras ella, con los ojos bien abiertos y mirando hacia el techo como optimizando su energía para focalizarla en pergreñar el hecho, continuaba su casi monólogo)
- bueno, no parece tenerlo todo tan organizado, para la próxima sesión quiero que me cuente el plan, pero prolijamente, con lujo de detalles, ordenado (se quedó un rato mirándome fijamente y con cara de asombro, hasta que logró expresar)
- pero Dra. ud. no deberia apoyarme!, debería estar diciéndome que lo que le estoy confesando es una locura!, ud. quiere que yo cometa semejante hecho?
- no, lo que quiero es que ud. misma se de cuenta de lo absurdo de estar planificando ese asesinato, y si es necesario que sea planificándolo, así será… tal parece que no estaba tan errada la propuesta…nos vemos el viernes.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Exelente, en pocos reglones lograste resumir no solo lo absurdo de su plan, sino también el hecho absurdo de pretender inferir siempre, la culpa al otro.

Jime dijo...

Gracias.

Gracias por comentar.

Gracias por estar.