martes, 11 de mayo de 2010

Damocles vs. el deseo

Días atrás me llama una docente e investigadora del CONICET contándome que estaba haciendo su tesis doctoral sobre documentalistas y que a raíz de ver unos vídeos de mi padre en el San Martín, quería hacerme unas consultas sobre cómo había sido su formación, estudios, etc.

Para sorpresa de mi interlocutora tuve que decirle que su formación había sido la vida y el hecho de cobrar un retiro laboral que le permitiera comprarse en su momento, una cámara de vídeo profesional que valía lo mismo que un departamento!.

Paola -se llama- con asombro o curiosidad, me pidió si no era mucha molestia que tomáramos un café para conversar personalmente, algo a lo que no dude en acceder, sabrás comprender que el Edipo es algo que si no resolvíste en vida de tu progenitor, difícilmente lo hagas en su ausencia física.

Le conté la historia desde mi visión de hija y mientras lo hacía le agradecia haberme convocado para recordar tan lindos momentos. Luego, por la noche en casa, me di cuenta que él, más o menos a mi misma edad, había descubierto que era lo que más le gustaba hacer en la vida y, consecuente con su descubrimiento, puso su energía en ello.

Murió haciendo lo que siempre quiso hacer, lo que más placer le daba hacer, sin dejarse avasallar por los mandatos y deberes sociales. Hasta aquí tenemos una gran enseñanza yaolín. Aunque en honor a la verdad debo mencionar que es posible que le haya resultado más fácil apostar a ese acto, que a la mayor parte de la gente, porque tenía una espada de Damocles crónica apuntando hacia su salud.

A lo que me pregunto:

¿Será menester estar enfermo -a.k.a. en situación límite- para ir en la búsqueda de nuestro deseo?

4 comentarios:

Maisa dijo...

Me sale decirte que a todo puede encontrársele el lado positivo, que todo sucede por y para algo.

La pregunta sería: Si tu padre no hubiera vivido con esa espada encima, ¿hubiera sido lo libre que fue en la búsqueda y conquista de su deseo?

La respuesta seria plantearse un mundo hipotético.

Así que prefiero concluir que era un entusiasta jugado, vital y revolucinario.

Lo demuestran las ondas expansivas que dejó andando...

Besos amiga

Poli dijo...

Uno no debería esperar a tener tiempo límite para ir por su deseo, dedicarse a lo que más ama, etc. Pero sabemos q el humano es muy tozudo, y piensa que siempre hay tiempo.
A mi me pasa lo contrario, debido a q mi progenitora se fue joven y no de la manera más amena, me quedó la sensación de querer hacer todo YA, no desperdiciar ni un seg de tiempo en acciones q no me deparan nada. Extremo también, buscando equilibrios posibles.

Jime dijo...

Y sí, esa también es una forma de experimentar una situación límite... no?

Adriano dijo...

vivimos como si fuéramos inmortales, no? y al deseo lo va enterrando el cotidiano ir y venir..