Y de repente recordé que en mi casa se miraba religiosamente a Doña Petrona, no por religión por supuesto, pero de algún modo se había transformado en una especie de culto.
Doña Petrona siempre, indefectiblemente, trataba muy mal a Juanita, su ayudanta. Mi hermana hacía de DP y yo de Juanita. No, no vayas a creer que a mi hermana le gustaba maltratarme por haber nacido antes que yo, sólo jugábamos, además, ese rol lo pudo ocupar hasta que pegué el “estirón”, a partir de allí había una clara superioridad mía sobre ella que se evidenciaba en la toma del avioncito, cuando luchábamos como en el programa de Martín Karadagian sobre la cama grande.
Como decía, DP hacía de una receta un tema de debate para tratar a la hora de compartir la mesa en familia. Un día, cocinó una pavita con una salsa que llevaba de ingrediente principal huevo, 60 yemas de huevo.
No, no tengo idea de que hizo con las 60 claras que le quedaron, esa pregunta se transformó en tema tabú.
Nadie cuestionaba a madama Doña Petrona C. de Gandulfo, ni siquiera ya entrada en años y vencida por la artrosis que transformó sus manos de cocinera en un par de garras.
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3 comentarios:
que manos que tenía esa mujer, llenas de pecas, a mí un poco me impresionaba.
a mi también
Del colesterol ni idea la pobre vieja !!!!!!!!!
Mi abuela hacia un flan de ella que por cada yema de huevo era una cucharada de leche y una de azucar......No se como todavia mis viejos siguen vivos despues de esa bomba de tiempo...!!!!!
Moni
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