Tinto con empanadas

Y entonces ella me contaba lo que le había pasado a su amiga G, debo aclarar que es lesbiana, no por prejuicio, Dios me libre y me guarde, sino por la anécdota, porque resulta ser que a G la chocaron y cuando contó la historia le dijeron, uh!, y te hiciste torta!, no torta ya era, pero ahora soy chocotorta (!!).

Finca la linda logra esa suerte de estado de relax en el que se mantienen ese y otros tantos diálogos más.

Por ejemplo, ellas viven cerca de chacarita y parece ser que hay días en los que se instala olor a café quemado en el ambiente, pero no, no es café nena!, ¿no?, no, es el crematorio!, ¿en serio?, sí, es ese olor, ah, vos lo sabés porque a tu familia la cremaron toda, ¿no?. El otro día se cumplieron diez años de la muerte de mi abuelo, le podría haber llevado flores, estábamos caminando cerca, ahí no es tan feo, tienen como un pantalón, un pantaleón querés decir, claro, ¿de donde estas hablando?, de sadaic, ellos acomodan las urnas como era el orden que ocupaba cada sujeto en la orquesta, que lindo, no sabía, que pintorezco que es eso.

Sí.

¿Y vos?, ¿yo qué?, ¿que pensas de la cremación?, por mí que hagan lo que quieran a esa altura ni me voy a enterar, claro, te preguntaba porque mi mamá decía que al abuelo le había tocado una buena parcela, con vista a J. Newbery, imaginate, ¿que carajo te puede importar hacia donde está orientada la parcela?, claro, con mis hermanos tenemos en uno de esos cementerios privados una miniparcelita, para enterrar la urna, van de a cinco, ¿en serio?, sí, no se como es, ¿será como un tubo?, te morís y te intuban... Sí, bueh, intuban lo que te dan, siempre pienso, te dan las cenizas de vaya a saber quien… claro.

¿Me pedís un taxi?, creo que es un buen momento para partir.