Hubo una época en la que solía desayunar café instantáneo y tostadas con queso blanco y mermelada. Nunca se me dio por desayunar con mate pese a que en casa era la moneda de cambio más común.
Otra en la que comía alguna fruta y alguna galletita. Otra en la que me encantaba comer la pizza fría de la noche anterior o los ravioles que habían sobrado o pepino agridulce con queso port salut, vale aclarar que esa fue la época de guardias de 24hs, en donde los desayunos eran a horarios de ciencia ficción.
Luego vino la época de café de filtro y ahí comprendí que nunca más en mi vida podría soportar tomar un café instantáneo.
Con los embarazos me habían aconsejado no tomar tanto café, no soporto los lácteos del tipo yoguráceos y de hecho con mi primer embarazo vomité absolutamente todos mis desayunos durante los primeros 5 meses, con un comportamiento prolijo, terminaba de ingerir el último bocado di cardenale y debía salir corriendo al baño a transformarme en Linda Blair. Algo que cómo ya tenía asumido, preparaba dos desayunos así el segundo quedaba in-situ, metabolizándose.
Así fue como no necesité de la cafeína para salir de casa, o al menos no en lo inmediato, ahora puedo esperar a la media mañana para eso pero no puedo salir sin tomar, como ya se ha visto, un jugo de naranja recién exprimido, tostadas con queso blanco y queso port salud derretido encima.
La rutina a veces nos acomoda la vida y otras veces la entorpece.
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1 comentario:
Paso con el café. Tomo te por la mañana, mate los fines de semana.
Eso si, la pizza cuando sobra de la noche es lo más rica en la mañana!
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