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¿Qué aspiramos encontrar las mujeres separadas, promediando los cuarenta y con hijos pequeños?.

Un hombre, está claro, pero ¿cuál o cuáles son los deseos que han ido prevaleciendo con el correr del tiempo, los que aún no han llegado al punto de frustración o de conclusión final de que ”eso” no existe?.

Esperamos encontrar un hombre que acepte y pueda querer a nuestros hijos, eso también está claro, no existe otra posibilidad, eso no se negocia.

Luego, esperamos que posea una educación con altos estándares, universitario de ser posible, con un cúmulo de experiencias que lo han ido enriqueciendo culturalmente, amplío conocimiento en múltiples áreas, ¿creemos qué eso sólo es posible de ser adquirido en la Academia?. ¿Necesitamos todo eso?.

Que nos lleve en la cama, nos posea y/o domine, pero que también nos permita espacio para desarrollar nuestra faceta de valkiria, que posea manos robustas, que se detenga a acariciarnos desde la punta de la cabeza hasta la de los pies, que le guste recorrer nuestra espalda una y otra vez, que caballerosamente nos conceda el placer de experimentar una cantidad innumerable de orgasmos antes de disfrutar del propio.

Que el “vale todo” sea el lema que encierre las cuatro paredes que hagan de testigo de tan sublime vivencia. Que bese apasionada y dulcemente, que con sólo ese beso nos haga estremeceer -que importancia le podemos llegar a dar a veces a un ”beso”-.

Que además de “elegirnos” no tema a la “entrega”, a ser cuidado, mimado y contenido por nosotras, que se deje llevar amorosamente hacia nuestra calidez de nido.